Parece que en Navidad todo se transforma, todo se quiere hacer más bonito, más dulce, más luminoso, más bello y hasta más saludable. La gente se desea felicidad y paz por doquier. Todos sonríen, muchos cantan, otros compran a destajo, algunos comen y beben sin sentido. Villancicos, belenes, christmas, turrones y zambombas. En Navidad el personal se hace, aparentemente al menos, mas pacífico y bondadoso. Lo malo es que la Navidad sólo dura unos pocos días y luego todo vuelve a la normalidad. Es decir, y por desgracia, pronto se retorna a la tensión, a la acritud, al estrés, a la maledicencia, a la ambición insana, a la crítica destructiva y los enfrentamientos varios. La tregua navideña es solo eso, una tregua, un pequeño paréntesis, unos pocos días, un tiempo breve de júbilo empalagoso y de aparente bienestar.
Sin aparcar su intención de restringir el aborto en los casos de anomalía fetal, la ley del ministro Alberto Ruiz-Gallardón podría enmarcar esos casos dentro de un supuesto más amplio y que podría ser único: el de riesgo para la salud de la mujer. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social”. Con esa definición en la mano se puede argumentar que el bienestar psicológico de una mujer a quien le han diagnosticado que el hijo que espera sufre una patología fetal grave puede peligrar.
En la norma de 1985 —a la que el Ejecutivo del PP planea volver o tomar de modelo— el riesgo para la salud física o psicológica de la mujer era un supuesto sin límite de plazo que fue definido muchas veces por dirigentes populares como “un coladero”. Con ese discurso, volver a un sistema similar sin acotar las patologías es complicado. Pero puede serlo más si se acotan. ¿Cómo medir la depresión? ¿Y las consecuencias psicológicas por el diagnóstico de una anomalía fetal?
Me parecen muy atractivas y ocurrentes los modernos Tratamientos faciales donde el watshapp con mensajes, frases, vídeos, o fotos deseándonos unos a otros lo mejor, ha sustituido a los tradicionales christmas. Bienvenidas las nuevas tecnologías también para estos menesteres. Pero no deberíamos quedarnos solo en eso. Ojalá que todo el año siga presente en cada uno de nosotros el espíritu de la auténtica Navidad.
Sin embargo, el sistema de un único supuesto, o uno que englobe el riesgo para la mujer y el diagnóstico de una patología fetal grave, es más abstracto y complejo de definir y delimitar. Esa indefinición causaría inseguridad jurídica a los facultativos y desprotegería a las mujeres, según Javier Martínez-Salmeán, uno de los ginecólogos que participó como experto en la elaboración de las dos normas anteriores. “Muchos médicos se sentirían indefensos a la hora de diagnosticar, sobre todo si la carga penal luego va contra ellos. Y quien sufriría las consecuencias de ello es la mujer porque puede encontrar barreras en su acceso a la intervención”, dice. Y añade: “Ahora mismo, en Europa, nadie contempla sacar una ley solo de supuestos. Tampoco con un único supuesto amplio. No es correcto decirle al médico que tiene que interpretar la norma y decidir en qué casos hacer la intervención y en cuáles no; sin pautas, sin una red”.
Al profesorado de la enseñanza pública, que, a pesar de los pesares, y de los recortes, y de las mentiras, y de la generalizada hostilidad que soportan a diario, nunca olviden que son imprescindibles y un pilar de la civilización.